Yo soy escritor
Comento al lector que yo soy el primero que dudo sobre mis dudas y mis limitaciones. Pero en mis dudas intento encontrar el arte, la composición, la armonía, el compás y agradar al lector, al más importante de mis lectores. Aprendo de los Maestros, recojo sus consejos y no me averguenza simular sus grandezas... Intento ser honesto y crear mi bibliografía: mi propio Taller Creativo, así sea propio, famoso, amable y sanador. ¡Amén!
Pero... ¿Qué es ser escritor? ¿Los peligrosos despistes, la soledad, las dudas, las pesadillas, el desánimo, el cansancio, son también parte de un escritor..? ¿Venderás tu alma por el triunfo? ¿Eres capaz de subyugar tu cuello a un partido político o una Fundación con el porpósito de recibir las migajas de las subvenciones?
¿Qué no cuentan los Maestros?
Miguel Delibes: Pasé la vida disfrazándome de otros, imaginando, ingenuamente, que este juego de máscaras ampliaba mi existencia, facilitaba nuevos horizontes, hacía aquélla más rica y variada. Disfrazarse era el juego mágico del hombre, que se entregaba fruitivamente a la creación sin advertir cuánto de su propia sustancia se le iba en cada desdoblamiento. La vida, en realidad, no se ampliaba con los disfraces, antes al contrario, dejaba de vivirse, se convertía en una entelequia cuya única realidad era el cambio sucesivo de personajes.
Mario Vargas Llosa: Depende de nosotros que la buena literatura siga existiendo, por el goce incomparable que produce, y por lo fundamental que es si queremos tener un futuro en libertad.
Lev Tolstoi: El hombre no es más que una caña, la más débil de la Naturaleza, pero es una caña que piensa… Toda nuestra dignidad consiste en el pensamiento… Hagamos pues, por pensar bien: he aquí el principio de la moral... No es el pensador y el artista el que recibe diplomas y subvenciones, lo es el que sería feliz sin pensar ni expresar lo que lleva dentro del alma, pero que no puede evadirse de hacerlo, porque le obligan a ello dos indivisibles: su necesidad interior y su amor a los hombres. No hay artistas inflados, gozadores y satisfechos de sí.
Presento al lector un consejo y me alisto a seguir el siguiente DECÁLOGO
Ora, Lege, Lege, Lege, Relege, Labora et Invenies. (Ora, Lee, Lee, Lee, Relee, Trabaja y Encontrarás)
Decálogo del escritor (Augusto Monterroso)
Primero. Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo. No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.
Tercero. En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".
Cuarto. Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que sea con una, dilo con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.
Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.
Sexto. Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
Séptimo. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.
Octavo. Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.
Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
Décimo. Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.
Undécimo. No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
Duodécimo. Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.
El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez
http://cvc.cervantes.es/actcult/monterroso/
Un cordial saludo..
No hay comentarios:
Publicar un comentario